viernes, 19 de octubre de 2018

Una historia de fútbol



¡Somos campeones, papá!”

 

   ¡Gooooooool! ¡Toma ya, el tercero!

No pudo evitar saltar del sillón, para celebrar un nuevo gol de su equipo del alma. A pocos minutos para el final del partido, el resultado de tres a cero a favor del Atlético de Madrid parecía definitivo. Esta vez no se le iba a escapar el título de campeón de la Europa League.

   Hoy no ha tocado sufrir ¿eh, papá? No como otras veces…

Llevaba al cuello una bufanda rojiblanca de lana, con más años que él, pero no era una bufanda cualquiera; era especial. Su padre ya la había lucido en Lyon, hacía treinta y dos años, la misma ciudad y el mismo estadio que ahora, en otra final europea del Atlético; aunque en aquella ocasión con bastante menos suerte…

   No es la Champions, pero un título es un título ¿no crees? ¡Atleeeeeeeeeeeti, Atleeeeeeeeeti!

Su rostro, entre la euforia y la emoción cuando el árbitro pitó el final del partido; el Atlético, campeón.

Entonces se arrodilló en la alfombra del salón, frente a la tele, y levantó su bufanda hacia el cielo, mientras unas lágrimas resbalaban por su mejilla. Hubiera dado cualquier cosa por poder abrazar a su padre y celebrar con él aquel momento. Pero ya habían pasado demasiados años desde que no podía hacerlo y se tenía que conformar con ponerse su bufanda durante los partidos; con comentar algunas jugadas con él, como si estuviera a su lado, escuchándolo; y, sobre todo, con recordar tantos momentos de fútbol vividos con aquel hombre, cuya pasión por el Atleti había heredado. Desde niño lo llevó al estadio Vicente Calderón, y la semilla de ese sentimiento tal especial por un equipo germinó para siempre en él.

Le debía muchas cosas a su padre y la devota afición por estos colores era una de ellas.

—¡Somos campeones, papá!   

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